Locos por las Nueces. Surly es una ardilla que –debido a sus travesuras– ha sido desterrada por su comunidad del parque. El invierno se acerca y la comida escasea.

Locos por las Nueces

Por Gabriel Martínez Bucio / @elgabrish

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Surly es una ardilla que –debido a sus travesuras– ha sido desterrada por su comunidad del parque. El invierno se acerca y la comida escasea. 

Al deambular por las peligrosas calles de la ciudad encuentra un almacén lleno de nueces: su salvación. Junto a su amigo, la rata Buddy, que cumple el papel de Sancho Panza, planean llevarse todo el botín.

Sin embargo, el almacén donde se encuentran las nueces es el escondite de una banda de asaltantes que están cavando un túnel para robar un banco. Metáfora clara que utiliza el director Peter Lepenotis para –a través de los deseos de las ardillas y los humanos– jugar con los términos: roedores, traición y fidelidad.

Locos por las Nueces no tiene el fino humor de Bee Movie ni es enternecedora como Ratatouille, pero la bella animación de un pequeño pueblo de los años 50 en Virginia y un par de buenas secuencias de acción son motivo suficiente para echarle un ojo a esta historia.

Ahora bien, en El Héroe de las Mil Caras (1949), del mitógrafo estadounidense Joseph Campbell, se hace un estudio sobre el viaje del héroe, un patrón narrativo que se ha encontrado en las historias y leyendas populares. 

Según Campbell, el héroe suele pasar a través de ciclos o aventuras similares en todas las culturas. 

Resumido en la tríada: Separación - Iniciación - Retorno. Locos por las Nueces cumple puntualmente con los pasos descriptivos: Surly tiene un compañero fiel que lo sigue en sus aventuras, una princesa a la cual salvar, un tesoro que rescatar, una bestia domada como vehículo de sus travesías, y su sacrificio consiste en aceptar con resignación el exilio impuesto por los demás habitantes de la comunidad para después retornar convertido en un verdadero héroe.

Vale la pena subrayar el excelente trabajo que hace Liam Neeson con la estremecedora voz del mapache malvado. De igual forma, Katherine Heigl ha sabido mantener una divertida sensualidad en los personajes a los que presta sus palabras, en este caso, la ardilla Andie.

Locos por las Nueces no está destinada a convertirse en un nuevo clásico para los niños, pero podríamos decir que cumple con el objetivo de entretener con una historia sobre la sobrevivencia, la búsqueda de poder y la lealtad.

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